Pekín es un paraíso de las compras para muchas personas, aunque el resultado final depende, sobre todo, de los artículos que se vayan a adquirir. Quien mas y quien menos, acaba pasando por los mercados de la Seda y la Perla, edificios de varias plantas con objetos tremendamente variados: bolsos, zapatos, ropa, artículos deportivos, electrónica, relojes, joyería, artesanía… Prácticamente de todo. La mayor parte de los artículos que se venden aquí son copias de grandes marcas a precios teóricamente reducidos, aunque depende de la habilidad de regatear de cada uno. Aparte de estos mercados, que merecerían toda una guía aparte, ir a Pekín supone una buena oportunidad para los amantes del arte y las antigüedades, especialmente en lo que se refiere a productos de arte oriental.
En la ciudad hay bastantes puntos de interés para comprar artículos de arte. En el mercado callejero de Wangfujin, por ejemplo, hay bastantes puestos en los que se pueden encontrar recuerdos de este tipo y otros artículos de arte oriental, como obras en jade. El jade es, precisamente, uno de los recuerdos más típicos de la ciudad para quien le guste el arte. Aparte de las típicas pulseras ideales para recuerdos de bajo precio, hay pequeñas esculturas muy típicas como tigres o budas. Si se quiere salir del circulo turístico, hay varias fabricas de jade en el extrarradio, una de ellas en las proximidades de las tumbas Ming.
En los alrededores de la Plaza de Tiananmen y la Ciudad Prohibida, hay también algunas galerías de arte donde comprar dibujos y pinturas y tiendas con recuerdos de todo tipo. A las típicas camisetas, postales o pequeñas replicas de los lugares de interés, se unen en China artículos con tono político representativos del sistema, con lo que no es extraño ver imágenes de Mao sobre todo tipo de objetos o, incluso, su libro rojo.
Otro tipo de regalo muy típico de Pekín es todo aquel relacionado con el té. Tanto las propias hierbas como las teteras, tazas y juegos de té son compras que se pueden hacer a precios muy económicos y quedarán muy bien en la casa de amigos, conocidos y familiares.
Mercados de la Seda y de la Perla
El Mercado de la Seda es, sin duda alguna, la mayor concentración de turistas occidentales de toda la ciudad -los chinos hacen que la proporción se reduzca en monumentos como la Ciudad Prohibida-. Es un mercado para turistas, donde no se ve a muchos ciudadanos chinos comprando y donde se pueden encontrar imitaciones más o menos afortunadas de las principales marcas del mundo. Curiosamente, los propios chinos dicen que los que compran imitaciones son los turistas y que ellos, lo que quieren y hacen cuando pueden, es comprar las marcas originales.
En el mercado no existe absolutamente ningún problema de comunicación. Allí se habla ingles, y se chapurrean cientos de idiomas mas, según de donde venga el comprador. Al final, de todos modos, el lenguaje que impera es el de la calculadora donde comprador y vendedor van marcando los precios que ofrecen para el regateo.
Es uno de los pocos sitios donde no importa tanto lo que se ha comprado, sino el precio en el que ha acabado el regateo. Es mas, generalmente cada producto que se compra en cualquiera de estos mercados tiene una historia relacionada que se cuenta a la vuelta. El comprador puede sacar un buen precio, eso esta claro, pero el vendedor siempre gana.
Aunque el mercado de La Perla es bastante mas ordenado para mi gusto y tiene un regateo menos “violento” que el de La Seda, este ultimo es el que congrega al mayor numero de turistas. Por una parte, porque tiene una mayor cantidad de puestos y de productos -cuenta con mas espacio y mas plantas- y, por otra, porque tiene un mejor acceso en metro -la estación de Yongali tiene, incluso, un acceso directo a la planta inferior del mercado-.
El Mercado de la Perla -o mejor dicho, los mercados, ya que hay dos o tres edificios muy similares, esta en la zona sur de la ciudad, junto al Parque de Templo del Cielo, por lo que es muy interesante pasarse por allí después de haberlo visitado. Se puede llegar en metro, cogiendo la línea 5 hasta Tiatandonmen. Tiene menos plantas y menos puestos que el Mercado de la Seda, por lo que la gama de productos es algo mas reducida, pero a cambio ofrece dos secciones más importantes que en el otro: la de productos electrónicos en la planta baja y las de perlas en las plantas superiores del edificio. Personalmente, lo encuentro menos agobiante que el de La Seda y los precios originales suelen estar mas ajustados, pero no se diferencian en mucho. Ojo, estos mercados cierran a las 7, bastante antes que el de la Seda.
Los vendedores se van agrupando por plantas según los productos que venden, aunque de vez en cuando puede haber excepciones y aparecer alguna tienda aislada dedicada a productos que no tienen que ver con el denominador común de la planta. En el sótano, por ejemplo, están los bolsos, los zapatos, los artículos de piel y demás. En la segunda se agrupa la ropa. Se sigue subiendo y se encuentran zonas dedicadas a artículos de artesanía y recuerdos, juguetes, material deportivo y, en las plantas superiores, los artículos de mayor precio: los relojes, las sastrerías a medida, los artículos de tecnología y electrónica y las perlas y joyería.
El arte del regateo salvaje
Por todo se regatea… y mucho. El precio original de los vendedores es, por lo general, desorbitado, intentando que la primera contraoferta del comprador sea lo mas alta posible. Un problema que tienen los neófitos en este mercado es que realmente no conocen el precio de los artículos que compran, por lo que se guían de la oferta del vendedor para realizar la suya que, por lo general, acaba siendo demasiado alta.
Cada uno tiene unas estrategias para regatear, aunque hay que tener muy clara una cosa: siempre que haya ganancia, el vendedor intentara mantener al cliente y estará dispuesto a vender. La primera oferta que se haga debe ser bajísima. Si el vendedor renuncia al trato después de esta o las primeras ofertas, es que no interesa. Si, aun así, sigue interesado e insiste es que la oferta puede ser buena como base.
Las estrategias de negociación son muy diferentes dependiendo de cada uno. Hay quien empieza muy bajo y va cediendo poco a poco. Otros prefieren poner una primera oferta más alta y plantarse después de la primera o la segunda. Dada la abundancia de oferta similar, el recurso de marcharse de un puesto hasta que el vendedor persiga con una nueva y mejor oferta es muy utilizado y suele dar buenos resultados. Depende de cada uno.
Los vendedores también utilizan sus propias técnicas. Para la captación suelen ser bastante insistentes y, dada que la competencia es mucha, hacen lo que pueden para retener al cliente. Desgraciadamente, mas de una vez y mas de dos el comprador deberá dejar su educación al margen para desembarazarse de la insistencia. Que nadie tenga mala conciencia por ello. Al fin y al cabo es simplemente una actitud comercial e ignorar a gente que nos saluda es necesario si queremos encontrar la salida. Dentro de la actitud de los vendedores están los que son especialmente amables con el fin de crear simpatía, los que parecen enfadados con el desarrollo del regateo para intentar influir en el vendedor, los que bajan poco y solo reaccionan cuando el comprador hace el amago de irse… Son todo estrategias que se irán viendo y que se aprenderán, desgraciadamente, cuando ya se haya comprado todo lo que había que comprar.
Tanto si se quiere comprar, como solo divertirse, mi recomendación es pegarse a personas que estén regateando dos o tres veces antes de que nosotros negociemos por lo que nos interesa. Así podremos ver un poco como son las técnicas antes de ponerlas en práctica. Por lo general, es mas posible encontrar buenos precios en los artículos que no se necesitan o se espera comprar, ya que el comprador se planta con mas facilidad en un precio que si se quiere llegar a un acuerdo por algo que realmente interesa.
Sobre la calidad de los productos, hay versiones muy diferentes de quienes los han comprado. Algunos tienen una experiencia horrible con ellos y se les han roto a las pocas horas o días después de comprarlos. Otros han salido muy satisfechos con sus compras y equiparan los resultados de su uso con los originales.
Sea como sea, no nos engañemos. Los productos que se venden en los mercados de La Seda y La Perla son poco menos que una lotería. Si el comprador consigue regatear por ellos y conseguirlos por poco dinero, puede considerarse como un riesgo asumible: si el producto sale mal, no se ha perdido mucho; y si sale bueno, se ha hecho una excelente compra. Personalmente, no tomaría decisiones muy importantes de compra en estos mercados.
Un consejo para quien vaya a cumplir con encargos masivos: cuidado en la aduana. Si tenéis la mala suerte de que os examinen y lleváis un cargamento de relojes o productos electrónicos, podréis tener problemas. Si podéis, al menos, quitadle las etiquetas a los productos.
Y, finalmente, un último consejo. A quien no le gusten los agobios o ser abordado por cientos de desconocidos, que ni se piense el acudir a estos mercados. Lo pasara mal.